viernes, 16 de septiembre de 2011
La venganza de Grecia
Si finalmente se produce la profetizada (y autocumplida) quiebra de Grecia, los bancos afectados por el impago no deben pensar que los gobernantes europeos titubearán a la hora de rescatarlos tanto como han vacilado para ayudar a Grecia desde el inicio de la crisis.
Al contrario: nada de cumbres frustradas, discusiones y planes de rescate lentísimos. Con los bancos todo será rapidez y eficacia: Alemania ya tiene diseñado un salvavidas para sus entidades, y el resto de países y autoridades económicas se apresuran a tener lista la manguera para abrir el grifo en cuando vean un atisbo de humo.
Qué diferencia de trato con los bancos y con Grecia. Mientras los primeros fueron rescatados al inicio de la crisis sin perder un minuto, y volverán a ser reflotados autómaticamente en cuanto haga falta, al país heleno sus socios europeos lo han dejado a la intemperie una y otra vez cuando más fuerte llovía, le han regateado la ayuda, le han impuesto condiciones durísimas, la han menospreciado y hasta humillado, la han dejado a merced de los especuladores, le han impuesto planes asfixiantes, le han torcido el brazo y la han puesto de rodillas, para al final dejarla caer, y tal vez expulsarla del club europeo.
Nada que ver con la banca, a la que se arropa al primer estornudo. Pero claro, a Grecia nunca se la consideró “too big to fail”, como se decía de las grandes entidades en 2008: eran demasiado grandes para caer, y había que socorrerlas para que no nos arrastrasen en su caída, mientras que Grecia era un pequeño país, en la periferia, con un PIB insignificante, un maldito PIG, prescindible y fastidioso.
Y ya ven ahora: la pequeña Grecia, la menospreciada y maltratada Grecia, puede ser la que se acabe llevando por delante toda Europa, si se cumplen los presagios que dicen que el impago griego será la chispa que termine por calcinar la economía mundial.
No me digan que no parece una venganza, incluso una cruel justicia poética: por no haber ayudado de verdad a Grecia cuando más lo necesitaba, ahora la tragedia griega puede convertirse en tragedia europea y mundial. Y no será por culpa de los vilipendiados griegos, no caigamos en esa trampa: si toda una Europa se deshace por las dificultades de una economía que sólo supone el 2% del PIB comunitario, alguien más que los griegos ha debido de hacer las cosas rematadamente mal.
Artículo publicado en diario Público
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